Oigo, pero no entiendo. Aislamiento sensorial en la vejez.
El pasado 3 de marzo se celebraba el Día Internacional de la Audición, una fecha que la Organización Mundial de la Salud (OMS) emplea anualmente para recordar y revisar diferentes aspectos relacionados con la promoción del cuidado auditivo.
Desde Matia hemos querido aportar nuestro granito de arena analizando un tema que, para muchas personas mayores, es motivo de aislamiento sensorial y pérdida de calidad de vida.
Presbiacusia: una patología frecuente en la vejez y cercana a la fragilidad
Hablar de presbiacusia o pérdida de audición producida con la edad, es hablar de la tercera patología más frecuente en la personas mayores, tras la hipertensión arterial y la artrosis. En cifras, se estima que a partir de los 75 años afecta a uno de cada dos individuos y casi al 100% en personas mayores de 90 años, por lo que, con las actuales proyecciones demográficas, cara al año 2025 más de 500 millones de personas podrían verse afectadas por esta disminución gradual de la audición.
Si bien no se ha encontrado evidencia de los beneficios del cribado poblacional de pérdida auditiva en sujetos de 50 años, en el caso de personas mayores de 65 años con criterios de fragilidad, este seguimiento podría resultar beneficioso y relevante a la hora de prevenir posibles situaciones de dependencia.
Y mucho ojo, no hablamos de un aspecto baladí para nuestra salud. La pérdida de audición se relaciona con aspectos tales como la depresión, el aislamiento social, una peor calidad de vida, falta de autoestima,… lo que, de no atajarse, puede dar lugar a dependencia funcional y deterioro cognitivo.* En esta línea, cabe subrayar la importancia, en ámbitos sanitarios, de favorecer una atención sensible a dicha realidad y que garantice una adecuada comunicación bidireccional médico-paciente.
Cómo actúa
La presbiacusia se produce por alteraciones en el oído interno a nivel de la cóclea (órgano receptor auditivo), como de las aferencias sensitivas, produciendo a lo largo del tiempo una pérdida de audición progresiva y simétrica, que afecta a altas frecuencias tonales. Al comprometer especialmente a las consonantes, las personas son capaces de oír sin entender adecuadamente, sobre todo en ambientes ruidosos (alteración del procesamiento del sonido) y especialmente cuando el emisor es mujer. Todo ello interfiere en gran medida en la comunicación con familiares, amistades,… o en la relación clínica, ya que dificulta y lentifica mucho la misma.
Cómo detectarla
Habitualmente es la familia la primera en detectarlo, antes incluso que el propio sujeto, lo que va a ir generando un aislamiento y una estigmatización progresiva.
Se suele producir una hipersensibilidad a ruidos fuertes, por lo que se incrementa el umbral para oír sonidos en ambiente tranquilo, disminuyendo la tolerancia a ruidos fuertes.
A veces puede ir acompañado de ruidos, pitidos difíciles de remitir, o de mareos por alteración del órgano del equilibrio (presbiastasia) en forma de vértigos, desequilibrio, incrementando el riesgo de caídas con sus posibles consecuencias.
En una primera valoración se debe realizar una exploración ótica (otoscopia) para descartar una impactación de cerumen que puede disminuir la audición en unos 20 dB, infecciones en el oído medio u otras lesiones; la prueba principal es una audiometría tonal donde se aprecia una hipoacusia de percepción, valorando la severidad de la misma. El test de voz susurrante es una alternativa sencilla de valoración con una adecuada validez.
Cómo tratarla
En cuanto al tratamiento los audífonos son una ayuda relevante, ya que a modo de micrófonos amplifican el sonido y facilitan la comunicación, dependiendo en gran manera de aspectos estéticos, así como de la capacidad adaptativa de la persona. Si bien el número de personas que no se beneficia de este tipo de dispositivos es muy reducido, en una población con tasas de pobreza relevantes, debería tenerse en cuenta el aspecto económico, y por ello es clave sensibilizar a los sistemas sociosanitarios para que cumplan con su papel de garantes de la accesibilidad sensorial universal.
En casos concretos en los que el uso de audífonos no arroja beneficios, el implante coclear permite, a través de unos electrodos en el oído interno, facilitar el procesamiento de la información auditiva.
La rehabilitación auditiva facilita habilidades en comunicación, siendo relevante la información al acompañante en dichas técnicas. Hablar despacio, mirando a la persona, evitando ambientes ruidosos y comprobando que el mensaje se entiende, permite adaptarse al aislamiento sensorial.
Por todo ello, una pérdida auditiva simétrica y bilateral no debería achacarse únicamente a la edad, y en tanto hablamos de una patología que es prevenible, tomemos cartas en el asunto y cuidemos nuestra salud auditiva acudiendo al especialista para una valoración, y en caso necesario, una intervención precoz. Y es que como dice un proverbio egipcio: “Oír es precioso para el que escucha.”
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