El hogar: un lugar de protección y libertad
Escribo estas palabras desde la Isla de Skye donde paso el fin de semana de visita a la familia. Cada vez que vengo a este lugar me invade la sensación de volver a casa.
Como hijo de dos padres de Skye, la historia de mi vida está marcada por viajes de regreso "al hogar"; sin olvidar el momento de hacer las maletas y el aparentemente interminable viaje al norte de Glasgow. Hace décadas lo vivía como una intrépida aventura familiar de 12 horas de viaje en autobús y taxi, hasta llegar al lugar que durante generaciones mi familia había reclamado como suyo. Tengo recuerdos de veranos ridículamente calurosos con mis abuelos, que en aquellos días me parecían más mayores de lo que eran; resucitar mi gaélico escuchando los últimos chismes; aprender los fuertes dialectos culturales de la iglesia y la tradición, de la música y la poesía; recuerdos de los rituales de la agricultura, esquilar ovejas, reparar neumáticos, levantar vallas...
A medida que fui creciendo descubrí que en lo más profundo de mi ser habitaba una verdad por la que sólo me sentía en plenitud cuando estaba en aquel espacio de cañadas abiertas y montañas sombrías, respirando una belleza tan cruda que su realidad atrapaba la respiración, presenciando el poder vibrante de la naturaleza en la tormenta diurna y la calma nocturna. También sentía la necesidad de estar ausente, de estar lejos, de ser libre y distante. Ahora sé que este era un sentimiento de "hogar" que, a pesar de todos mis esfuerzos, nunca he alcanzado lejos de este lugar.
Volver a casa restaura y renueva, revitaliza y da equilibrio. Sé perfectamente que esto no se aplica en todos los casos. El hogar no siempre es un lugar de felicidad, también puede ser un puerto de dolor y una dolorosa prisión. Pero también sé, a través de años de conversaciones con personas que nunca lograron encontrar ese lugar en el que ser ellos mismos, que siempre queda el anhelo y el deseo de dar con ese sitio al que solemos llamamos "hogar".
En esta última semana he estado reflexionando con muchos otros sobre el valor del hogar.
Hoy estoy especialmente pendiente de aquellos que han pasado meses protegiéndose de la Covid-19 y a los que se les está "permitiendo salir". Esa es la frase usada por alguien que me escribió la semana pasada. Fiona recibe tratamiento para el cáncer y no ha podido ir a ver a su padre que vive en una residencia, no sólo porque la residencia no permita visitas, sino porque ella misma se ha estado atrincherado en su propia casa. En su carta comenta que tras sus puertas y ventanas se siente segura, protegida del peligro y de lo desconocido de este virus. Fiona no sabe cómo se las podría arreglar lejos de ese lugar que percibe como seguro; un lugar donde, en sus propias palabras, se ha "refugiado del daño".
Nuestro hogar es un lugar de memoria y pertenencia. No es sólo una construcción de ladrillo y mortero, de piedra y madera, aunque la apariencia física es parte de lo que hace que un lugar sea especial. El hogar es un lugar y un espacio que nos permite ser auténticamente lo que somos como personas. Un lugar en el que sentirnos protegidos, en el que mostrarnos sin tapujos ni pretensiones, donde podemos sentirnos a gusto en nuestra propia piel.
Pero además pienso que los mejores hogares son aquellos que brindan autoestima y libertad para salir al mundo a cambiar y crecer, a fracasar y a florecer, sabiendo que suceda lo que suceda la vuelta siempre estará acompañada de aceptación, bienvenida y calidez.
Así que hoy estoy pensando en aquellos que están haciendo ese viaje por primera vez desde ese espacio protector al encuentro y compromiso con los demás. Un viaje lleno de titubeos en su inicio, pero con la esperanza de que el resto de la sociedad va a apoyarles, sobre todo adhiriéndose a las prácticas seguras que nos pueden mantener a todas a salvo de este virus.
Pero hoy también pienso en lo que ha sido el hogar para aquellas personas que han estado cuidando a un ser querido en sus propias casas. Muchas de las cuales han dejado de recibir los programas de respiro de los que disfrutaban antes de la llegada de la pandemia, y que muy lentamente se están volviendo a poner en marcha. Otras optaron por cancelar esta ayuda por temor a que los trabajadores llevaran consigo el virus y estos servicios, en la mayoría de los casos, aún no se han renovado. Soy muy consciente, por las conversaciones de esta semana, de que los cuidadores familiares e "informales" de toda Escocia están agotados y en fase de necesitar apoyo inmediato. La tarea de cuidar a un ser querido les está consumiendo y agotando, incluso esa energía que brinda el cariño. Sin embargo, los centros de día permanecen cerrados y muchas de las fuentes de respiro tradicionales permanecen en suspenso para los cuidadores, incluyendo muchas residencias. Hay escoceses de edad avanzada en casa que hoy en día están ansiosos por tener acceso a sus médicos de cabecera, sin saber cuándo los verá el podólogo o el fisioterapeuta de su comunidad, que saben que su propia salud se ha visto afectada por el cierre, ya sea como individuo o como cuidador o como alguien que ha estado técnicamente a resguardo.
Por último, cuando hoy reflexiono sobre el "hogar", pienso en todos aquellos con los que he hablado en la última semana y me han contado acerca del lugar que su madre o padre, esposa o esposo, abuelo..., han llamado hogar, su hogar de cuidado.
Ha transcurrido otra semana, y todavía no hemos tenido un anuncio sobre la fecha en la que los residentes podrán ser visitados dentro de su hogar. Ya lo he comentado anteriormente y reconozco plenamente la necesidad de equilibrar cuidadosamente el riesgo de que el virus entre en nuestras casas de acogida con el deseo y el imperativo urgente de restablecer los derechos de la familia y los residentes a reunirse. Sin pecar de ingenuo ante la dureza de estas decisiones, me preocupa cada vez más que nuestros científicos y otros actores de este sector no sean conscientes de los perjuicios y efectos de esta separación. Hay miles de personas que no han visto a un miembro de la familia durante 21 semanas. Su hogar de cuidado es su casa, un lugar de seguridad y protección, un lugar en el que han sido protegidas a pesar de los estragos de esta enfermedad.
Hay un creciente sentimiento de ira y frustración al ver cómo la sociedad da prioridad a que los niños vuelvan a sus colegios, cómo salones de billar y bingo, parques de atracciones y casinos cuentan ya con una fecha de apertura, y mientras nosotros seguimos sin tener una fecha para devolver la vida a nuestras casas, permitiendo visitas al interior, para aproximarnos un poco más a convertir nuestras residencias en verdaderos "hogares".
El hogar es un espacio y un lugar, un sentimiento y una sensación de estar a gusto y seguro, de poder mostrarte tal como eres y ser lo que sueñas. El hogar es un lugar de memoria y de sueños, de crear y crecer. Pero todo esto no viene del aire - es fruto del trabajo desde el corazón y el alma, de nervios y sacrificio.
Dos mujeres disfrutan bailando en una de nuestras casas.
Hoy en día necesitamos trabajar con mayor energía para asegurar que los hogares familiares sean espacios donde las personas mayores y los enfermos, aquellos protegidos y necesitados de protección extra, sientan que tienen el nivel de apoyo y cuidado, guía y seguridad que necesitan. Hoy tenemos que redoblar nuestros esfuerzos para asegurar que nuestros hogares de atención no se conviertan en unidades antisépticas de gestión de infecciones desprovistas de presencia y humanidad, sino que vuelvan a ser lugares de encuentro y vida. Tenemos que hacer que la familia vuelva a empezar a recrear el hogar, sin descuidar a aquellas personas cuyo tiempo se mide en días y semanas, no meses y años.
El hogar es la labor de aquellos que sienten la necesidad de arraigar su amor y compasión en un lugar y espacio, para crear una cuna de pertenencia para la familia y los amigos, los extraños y los invitados. Cuando apago mis sentidos sólo hay un lugar que me conecta. En eso soy afortunado. Durante al menos un par de días estoy "en casa" pero con la convicción de que debemos restaurar y afirmar ese sentimiento de casa para y por todos.
Texto publicado originalmente en la web de Scottish Care.
Comentarios
Sin duda uno de los daños colaterales de este virus,ha sido el desarraigo familiar.Buscando siempre la protección de los nuestros,evitamos las visitas,los encuentros;los abrazos ,los besos.Esto nos hace sentir que lo estamos haciendo bien;pero nuestro corazón esta triste,necesitamos ese contacto ,que antes de la pandemia teníamos,y hoy que nos falta,le damos el verdadero valor que tiene.
sin duda la peor parte de esta pandemia se la han llevado nuestros mayores el confinamiento y el distanciamiento de sus seres queridos le ha mermado mucho, por mucho cariño que le demos los cuidadores en no poder ni ver ni tocar a sus hijos nietos familia en general le ha echo mucho daño psiquico y emocional
EN ESTE TIEMPO DE PANDEMIA LA IMPORTANCIA DEL HOGAR Y DONDE SENTIRNOS SEGUROS FRENTE AL VIRUS.
PERO EL NO PODER EL NO PODER ESTAR EN UN CENTRO DE DIA ESPECIALIZADO,O EN UNA RESIDENCIA SIN ESTAR CONFINADOS EN LA HABITACION . LA SALUD SE HA VISTO AFECTADA Y MUCHOS MAS PERJUICIOS.
¡¡HAGAMOS DE LAS RESIDENCIAS , CENTROS DE DIA ETC...HOGARES SEGUROS!!
el no poder acudir a los centros de dia, le a echo paralizar su dia a dia su rutina algunos mayores querian elegir ellos su propia ropa para que cuando llegaran al centro le dijeramos nosotras/ os que guapo bienes hoy el hablar con sus compañeros echar su partida al domino ect, eso le ha afectado mucho
El hogar para muchas personas se esta convirtiendo en un lugar de temor y desdicha
yo creo que ni ellos mismo saben realmente que esta pasando se encuentran perdidos con mucha incertidumbre de no saber que pasa que pasara
Me pareció muy bueno el escrito y estoy de acuerdo con todo.
el escrito nos dice la realidad de lo vivido pero creo que falta el como empezo y el como se actuo
Hola me llamo Esther soy auxiliar de ayuda a domicilio. Quiero comentar un poco mi experiencia en este sector con la epidemia he sentido sobretodo miedo, miedo de ser portadora del virus y llevarlo de un hogar a otro incluyendo el mio propio con lo que conlleva mi propia familia. Miedo de invadir el hogar de otras familias donde ellas han formado por así decirlo su propia muralla contra el virus gente la cual no salía para nada por miedo a contaguiarse y donde acudia yo.
He visto la soledad en sus ojos, el miedo en sus manos y la tristeza que les invade en su rostro .
hemos sido machacadas psicologicamente lo primero como responsables de contagiar a nuestros mayores y presionadas en no salgais no tengais contato social, todo esto sin materiales de nprotecion todos como loco confecionando EPIS con bolsas de basura mascarrillas con sabanas de nuestras abuelas de algodon una locura sin apenas informacion de lo realmente estaba pasando trabajando por impulsos aterrorizadas y creo que sin darnos cuenta se lo ttramitiamos a nuestro mayores
Hola soy chelo trabajo de Auxiliar De Ayuda Domicilio . Los abuelitos pues estrañan mucho el que los achuches el no poder estar con sus hijos nietos el no poder abrazarlos besarlos en ua palabra el estar solitos.
Bajo mi experiencia trabajando como auxiliar de ayuda domicilio he percibido que los ancianos se han sentido bastante desolados ante la pandemia con mucha desconfianza ante las personas ajenas que entraban en su hogar pero a la vez donde mas seguros se sentían era en su hogar, lo que era bastante contraproducente a todos los niveles. Aún así cabe destacar que ante la desconfianza durante la pandemia muchos agradecían la compañía y el buen hacer de nuestro servicio prestado.
El hogar es un espacio donde todos nos sentimos seguros y a refugio d todo lo malo que hay fuera, con lo cual durante todo este tiempo con la pandemia silo el mero hecho de tener que ir de casa en casa para atender a nuestros usuarios era todo una incertidumbre de no saber si les ibas a contagiar el virus o ellos te lo iban a contagiar a ti. Pero cuando ellos te abren las puertas de su casa tu invades su hogar y con ello los miedos por ambos lados...pero yo como profesional tengo que olvidar mi miedo y dales todo mi cariño mi aninimo y ofreceles lo mejor de mi para hacerles olvidar durante un rato todo este mal momento que estamos viviendo on este virus horrible
El domicilio es. Para las personas de la tercera edad es su espacio donde se encuentran libres y cómodos
Nuestro hogar,es el lugar donde nos encontramos a nosotros mismos,nos ofrece bienestar y seguridad.
Pienso que todas las personas que se encuentran en una residencia deberían de encontrarse tan bien como en su propio hogar.
hola soy pilar trabajadora de ayuda a domicilio, creo que toda prevencion es poca y mas en estos momentos con esta enfermedad, y creo que viene bien toda la informacion posible para protegerlos y cuidar su calidad de vida
Muy buena reflexión, muchas personas mayores que viven en una residencia no la consideran su hogar, porque como dice el autor, el hogar tiene una connotación más profunda, es el lugar donde viviste con tu pareja, donde has criado a tus hijos, cada pared cada rincon , cada mueble cada cuadro estan impregnados de recuerdos... por eso much@s de ell@s mantienen viva la esperanza de volver a su hogar.
Hola, mi opinion es que al ser los mayores un nivel de alto riesgo , los hemos querido protejer tanto que hemos conseguido lo contrario, se han sentido apartados a um lado y muy solos abandonados. deberiamos ir volviendo a la vida con seguridad pero con cariño y cencania pues la vida sigue con pandemia o bajando los niveles de contagio.
Hola, hemos querido proteger tanto a las personas mayores que se han sentido aisladas , solas, tristes, inutiles y sin entender nada. La vida sigue hay que hacerles sentir que hay que seguir luchando vale la pena.
creo que esta pandemia esta haciendo que las personas mayores se sientas aun mas aisladas y con un gran desgate emocional que hay que intentar paliar por todos los medios
hola soy auxiliar de ayuda a domicilio y durante esta pandemia he observado el miedo y la preocupacion en mis usuarios y lo que hechan de menos una caricia un beso,vamos el no poder tener el contacto fisico que es algo muy importante para ellos.
Todas las personas nos encontramos seguras en nuestra casas pero el distanciamiento social nos conduce a efectos negativos gravemente para nuestra salud y sobre todo a población más vulnerable por la incertidumbre no saber cuando se acaba esto .
En el hogar ya sea en el domicilio o en residencias es donde mejor y mas seguro te encuentras en estos momentos de pandemia.
La seguridad,tranquilidad el confor ,las alegrías ,las penas ,los enfados ,los logros nuestros sueños todos estos actos y sentimientos los compartimos en nuestro hogar con nuestros seres queridos ,amigos ,etc. yo como trabajadora de ayuda a domicilio siento que cada vez que voy a un domicilio ,las personas mayores no solo nos abren las puerta de su casa sino también la puerta de sus vidas ,ya que nos acogen como un integrante más de su familia ponen toda su confianza en nosotros y solo nos queda dar lo mejor de nosotros como profecionales pero también como ser humano
es verdad nuestro hogar es donde nos sentimos seguros de todo lo que hay fuera de ella donde cuando entramos es como si respiraramos aire sobretodo en estos momentos q llegas y lo primero q hago por lo menos yo es quitarme la mascarilla
El hogar debe de ser un sitio donde nos tenemos que sentir seguros, pero en muchos casos, ya sea la propia casa, una residencia, casa tutelada..no siempre es así. Lo que era un lugar seguro se puede convertir en una prisión, en un laberinto sin salida. Hay que tener mucho cuidado porque hay personas que por desgracia están muy solas y la falta de afecto, de compañía, un simple beso o abrazo puede desembocar en una enfermedad física o mental grave.
Como bien dice el autor El hogar: un lugar de protección y libertad.
Si en el hogar estamos seguros y no disponen de libertad por tener que estar aislados
Si en el hogar no estamos seguros y si tenemos libertad
Si en el hogar no encuentran ese cariño y dedicación en algunos momentos
Si en el hogar ellos no tienen ese contacto físico afectivo como antes
Por todo esto y más... el hogar ya no es un hogar sino una estancia
Las consecuencias de todo este tiempo para nuestros mayores han sido terribles tanto para los mayores de residencias como para los que se han encontrado en sus casa , han sufrido muchas trastorno emocionales sentimentales y pscologicos , este año que para ellos le ha parecido cono 10 años se ha paralizado su ritmo su activida lo mas importante las reuniones familiares sus bailes y lo peor el miedo a volver a la normalidad, de celebrar comidas con los hijos en casa. y los mayores de residencias al igual que los de cas ahan echado en falta la familia el contacto . lo mas duro cuando han sido aislados en sus habitaciones
Me a encantado el testo .Por desgracia han tenido que actuar así por el bien de todos los mayores. en especial donde más se a notado es en las residencias porque en un hogar no hay tantas personas mayores juntas conviviendo(de alto riesgo)cómo en una residencia. Todo por un bien para su nuevo hogar y hacerles sentir en un hogar seguro al igual que los que están en casa(cómo en una prisión)y quizás más solos .En especial a esas personas que dejaron su hogar de verdad para acabar en una residencia hay que hacerles sentir bien nada más entrar y hacerles sentir cómo en casa .Porque en éste tiempo me e dado cuenta que ellos echan de menos los besos y los abrazos de la familia(algunos ni tienen familiares) pero hay que quererlos cómo si fuésemos de su casa y hacerles sacar una sonrisa y hacerles los días más llevaderos y bien atendidos
La pandemia ha sido un sin vivir para el mundo, sobre todo ara nuestros mayores, que han visto como se ha ensañado con ellos, como morían en las residencias, solos aislados, sin poder visitarlos sus seres queridos en los últimos días de vida
Añadir nuevo comentario