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Sexualidad y consentimiento en centros para personas mayores

Cuando cuidamos y acompañamos vidas, a menudo nos surgen dudas sobre cómo actuar en determinadas situaciones. Nos han enseñado a cuidar de la salud física de las personas y proporcionar entornos seguros, pero esto muchas veces choca con valores como la autonomía de las personas para tomar sus propias decisiones y vivir conforme a sus propias preferencias y valores. 

Es en el día a día cuando muchas veces afloran conflictos éticos, situaciones o decisiones que no sabemos cómo abordar. En esos momentos, sentimos que no disponemos de una opción “correcta”, y que cualquiera de las alternativas a ofrecer parece lesionar algún valor importante de la persona a la que acompañamos.

La naturaleza de estas situaciones es muy diversa, por ejemplo, que personas diabéticas coman dulces, que una persona con deterioro cognitivo deambule y pueda desorientarse y perderse, el uso de sujeciones o contenciones físicas y químicas para evitar caídas, el rechazo a la medicación, la utilización de juguetes eróticos, el consentimiento en personas con demencia, etc. Situaciones ante las cuales no tenemos claro cómo actuar.  

Como no hay recetas mágicas, ni protocolos establecidos, es importante disponer de espacios de reflexión en los equipos para que las decisiones sobre estos conflictos no surjan fruto de la improvisación, ni dependan de los valores y creencias de uno u otro profesional, si no que sean decisiones argumentadas, fruto de una reflexión compartida, y tomadas de forma responsable y prudente.  

Cuando los equipos lo consideran necesario, una buena opción puede ser solicitar el asesoramiento a un comité de ética.  

Este es el caso del CEIS, el Comité de Ética de Intervención Social de Matia-Hurkoa, que, entre sus funciones, ofrece apoyo a los equipos profesionales de los centros de Matia y Hurkoa, y a quién tenga interés, en la toma de decisiones prudentes y óptimas, teniendo en cuenta cada caso concreto, su contexto, las personas involucradas y los valores en conflicto, en definitiva, la utilización de la deliberación como método para la toma de decisiones prudentes. 

Aunque la sexualidad es algo inherente al ser humano, en el ámbito residencial continúa siendo un tema invisibilizado y del que apenas se ha hablado hasta hace muy poco. Una materia también novedosa para quienes conformamos este Comité, por lo que, para poder deliberar sobre problemas éticos relacionados con esta cuestión recibimos una formación básica sobre sexualidad y disfrutamos la oportunidad de consultar a Nerea Almazán, psicóloga experta en esta área. 

Uno de los aspectos que más reta a profesionales en centros residenciales está relacionado con el consentimiento en las relaciones sexuales, y más cuando al menos una de las personas tiene una demencia.  

Este es un tema muy retador y difícil en el que hay que abordar y reflexionar sobre diferentes aspectos clave: 

  • Protección vs libertad sexual: Ante la duda de si hay o no consentimiento la primera clave es la protección de la persona más vulnerable, en este caso la persona con demencia. Si no hay consentimiento, hay abuso sexual. Existe un deber de beneficencia y buena praxis profesional para prevenir este tipo de situaciones, pero, al mismo tiempo, es importante indagar sobre los valores de esta persona, saber si la relación le procura bienestar y le resulta placentera, para, en este caso, no limitar su libertad sexual.  
  • Capacidad para dar el consentimiento: este es un punto muy complicado, es muy difícil determinar si una persona con demencia tiene capacidad para entender la situación y dar su consentimiento. En este caso son necesarias competencias y herramientas que no siempre tienen las personas que acompañan. Es imprescindible conocer a las personas y tener habilidades de comunicación y observación. 
  • Información, comunicación y confidencialidad. La sexualidad sigue siendo un tema tabú sobre el que nos cuesta hablar con naturalidad. La educación recibida, más bien no recibida, con respecto a la sexualidad, y su identificación con genitalidad y coito, hace que no sepamos cómo empezar a hablar del tema. Así, nos encontramos con dificultades de carácter profesional para abordar la sexualidad en el ámbito formal (para su no abordaje se argumenta que es algo íntimo y personal). Pero, al mismo tiempo, puede convertirse en el chascarrillo del centro, el tema del pasillo, motivo de risas y burla. Por todo ello, se debe trabajar la comunicación formal, garantizando la confidencialidad y respetando la dignidad de las personas implicadas a tres niveles:  
  • Con las propias personas.   
  • Con familiares, incluso cuando la persona con demencia tiene tutor o tutora. 
  • Entre profesionales.  

Difícilmente podemos acompañar a las personas si no tenemos el tema trabajado y no existe una posición de la organización fruto del conocimiento y la reflexión. Es necesaria formación y herramientas que nos ayuden a empezar a andar.

En este sentido, os animamos a descubrir una formación gratuita disponible en Matia Eskola, que invita a reflexionar acerca de la mirada en torno a la sexualidad de las personas mayores y personas con diversidad funcional.

En definitiva, que la sexualidad esté invisibilizada no quiere decir que no exista. La sexualidad es una dimensión importante de las personas que tenemos que incorporar con naturalidad a nuestro día a día. Conocer los valores y preferencias de las personas a quienes acompañamos es importante para poder apoyarles en su proyecto de vida, incluyendo su identidad y preferencias sexuales.   

Autora

Investigadora de Matia Instituto e integrante del CEIS de Matia-Hurkoa

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