Determinantes de salud y sociedad democrática
La salud es un término complejo de definir y evaluar, que ha ido modificándose a lo largo del tiempo.
Del concepto clásico de la salud como ausencia de enfermedad o afecciones, en 1946 la Organización Mundial de la Salud la define como el estado de completo bienestar físico, mental y social. Como se puede apreciar el concepto es tan amplio como complejo de alcanzar, similar a lo que consideramos felicidad o bienestar.
En 1978 en la conferencia de Alma – Ata se establece un nuevo concepto más dinámico y medible, entendida la salud como el logro del más alto nivel posible de bienestar físico, mental, social y de capacidad de funcionamiento que permitan los factores sociales en los que vive inmerso el individuo y la colectividad. Enfatizando la responsabilidad individual y colectiva en alcanzar el objetivo deseado.
Los cambios actuales en la expectativa de vida no se deben exclusivamente a los grandes avances médicos, tanto en capacidad diagnostica como terapéutica (antibióticos, insulina, vacunaciones, avances quirúrgicos), sino principalmente a los cambios socioeconómicos que se han dado en el mundo occidental desde el punto de vista higiénico en la disponibilidad de agua limpia, cambios dietéticos, laborales.
Ya en 1974 M. Lalonde, Ministro de Sanidad de Canadá, establece los siguientes determinantes de salud, que posteriormente tras analizar su influencia en mortalidad y los gastos en salud son los siguientes:
Por ello las conductas o comportamientos personales junto al medio ambiental son uno de los principales determinantes de salud y paradójicamente en los que menos se invierte.
Sin embargo la influencia de los factores psicosociales es muy variable, por un lado depende de la forma de adaptarse a las diferentes circunstancias externas adversas y al grado de control propio, logrando un marco de confianza y determinación personal. Es lo que el sociólogo americano A. Antonovsky denomina “sentido de coherencia” al analizar la influencia del estrés crónico sobre la salud y la capacidad de afrontamiento, que determina que ante mismas condiciones de pobreza o malos hábitos, la respuesta individual es fundamental.
En nuestro país, como al igual que en todo el sur de Europa, los recortes sociales tienen una gran repercusión a medio plazo en indicadores de salud, la Bertelsmann Stiftung Foundation establece un índice de justicia social (Social Justice Index) que tiene en cuenta la prevención de la pobreza, la equidad en el acceso a la educación, el acceso al mercado laboral, la cohesión social y la justicia intergeneracional.
España se encuadra en el puesto 21 de 28, sólo por delante de Croacia, Letonia, Italia, Grecia, descendiendo en sólo 6 años 8 puestos. La fractura europea está generando un norte rico y cohesionado, en contraste con un sur pobre y desigual, derivado de las políticas de austeridad (educativas, laborales, sanitarias) y que tendrán unas consecuencias a medio- largo plazo en la salud de las poblaciones.
En este contexto no es difícil adivinar que aquellos colectivos de personas más vulnerables, como los ancianos con unas tasas altas de pobreza, aislamiento, soledad serán unos de los más perjudicados.