Programas intergeneracionales. De la experiencia a la evidencia.
Coincidiendo con la celebración, este 29 de abril, del Día Europeo de la Solidaridad Intergeneracional, en esta entrada analizamos brevemente los veintiún años de participación de Matia en programas de carácter intergeneracional, así como los retos que nos planteamos cara a futuro.
En líneas generales, los programas intergeneracionales reúnen a personas mayores y jóvenes, inspirados en la idea de que cada generación tiene algo que ofrecer a la otra. Se trata, por tanto, de espacios de encuentro que rompen con la segregación etaria habitual de nuestra sociedad, y en los que las diferencias de edad se vuelven un aliciente y una fuente de conexión generacional que ayuda a brindar un propósito en la vida.
Nuestra primera experiencia arranca en 1997. Ese año desde la Ikastola Axular Lizeoa nos trasladan su interés de poner en marcha un programa solidario a través del cual, alumnos de 16-17 años harían voluntariado en nuestro centro Bermingham. Tal y como nos comentan desde este centro de enseñanza, la actividad tendría como fin promover la comunicación intergeneracional y la sensibilización de los jóvenes en problemas sociales, además de crear alternativas de ocio significativas, que ayudarían a los alumnos desarrollar su personalidad y valores. Como os imaginaréis la idea fue bien acogida y en poco tiempo teníamos a nuestro primer grupo de estudiantes compartiendo algunas horas semanales con personas mayores de este centro. Tras Bermingham se incorporaría Rezola, y comprobado el éxito de la experiencia, el resto de centros han ido contactando de forma paulatina con colegios cercanos para disfrutar de proyectos similares.
A día de hoy, en Matia contamos con cerca de 800 niños y jóvenes de diecinueve escuelas* que participan cada año como voluntarios en programas de esta naturaleza. Los objetivos que se pretenden en estos programas son diversos, y dependen sobre todo de la edad de los niños que acuden a los centros. En general, con los más pequeños trabajamos aspectos como la transmisión oral de conocimientos sobre juegos, historia de la zona o formas de vida… Se trata de sacar temas agradables de conversación y generar espacios de complicidad y encuentro entre las personas mayores y los más pequeños.
En el caso de los alumnos mayores los programas cobran mayor intensidad, con grupos más reducidos y un acompañamiento más individualizado, buscando el desarrollo de actividades significativas y potenciando la transmisión mutua de conocimientos y habilidades. En este último grupo estaría Ane, alumna de Axular Lizeoa, que en su aparición en el documental “Zure Etxea: Matia Zaleak” reflexiona y comparte su experiencia como voluntaria acompañando a Paco:
“Para que cambie nuestra mirada sobre las personas mayores necesitamos conocerles. A veces puede parecernos que son extraterrestres, porque nos sacan mucha diferencia de edad, pero no es así. Es bonito encontrarse en diferentes ciclos de la vida, porque puedes aprender mucho.”
Año tras año, el interés de los colegios por sumarse a programas intergeneracionales va en aumento. Entre los motivos de este creciente interés, los beneficios que parecen brindar a niños y adolescentes. Esta valoración positiva es compartida por los centros de Matia, que lo consideran una experiencia muy enriquecedora, en la que muchas de las personas que viven en esta casa disfrutan del contacto con los niños.
Pero… ¿sabemos con exactitud cuáles son los efectos y beneficios que tiene esta experiencia en los participantes? ¿Qué tipo de personas se benefician y cómo lo hacen? ¿Prefieren la relación con niños más pequeños o más mayores? ¿Es más beneficiosa una u otra? Todas estas y muchas otras preguntas están sin responder, y por ello, desde Matia Instituto queremos desarrollar investigación en este campo, y poder evidenciar lo que la experiencia nos está mostrando: que tanto los niños como las personas mayores se benefician de esta interacción y de estos espacios en los que pueden compartir sus vidas.
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