Cómo estar cerca cuando estamos lejos: la tecnología en tiempos del confinamiento y la buena vida en el día a día.
Aquellos que conocéis nuestros centros, o “casas” que es como preferimos llamarlas, sabéis que tenemos por costumbre un contacto habitual y cercano con las familias. Sin horarios de visitas, la gente se siente libre de pasar cuando le viene mejor para disfrutar un rato de la compañía de su familiar, lo que favorece esa sensación de movimiento y actividad propias de un espacio vivo y cálido.
Siempre recalcamos que aunque nosotros seamos los que asumimos los cuidados técnicos, hay una parte, la del cariño, que no podemos sustituir, ni lo pretendemos. Por eso, desde el momento en que se adopta la decisión de cerrar el centro a las familias, entendimos que la información que debíamos ofrecer iba a ser la misma, siempre honesta y transparente.
Sabíamos que, en un momento como el actual, una llamada no iba a ser suficiente, y que no hay nada cómo ver a la otra persona para ofrecer tranquilidad. De ahí que decidiéramos lanzarnos a la piscina con este tema de las videollamadas, hasta hace unos meses territorio inexplorado para nosotras.
Tras un primer momento de reflexión y pruebas optamos por utilizar tabletas con tarjeta sim, lo que nos permitiría hacer las videollamadas a través de una aplicación familiar para la mayoría de nosotras, como es WhatsApp. Una vez definido el protocolo a seguir para estos encuentros virtuales, avisamos a las familias y a residentes sobre la posibilidad de emplear este nuevo canal de contacto con sus seres queridos, de forma que fueran ellas mismas las que tomaran la decisión de utilizarlo o no.
Algunas personas, por diferentes motivos, han declinado la oferta, pero en general, la inmensa mayoría se ha mostrado interesada y conforme con la idea.
Si alguien nos pregunta qué es lo que ha traído este nuevo sistema de comunicación a nuestras casas podríamos resumirlo en una palabra: “tranquilidad”. Ante el bombardeo incesante de noticias relacionadas con la pandemia y las residencias, las familias ansían recibir información de lo que pasa en el interior de cada casa. Este sistema les brinda una ventana, abre un resquicio por el que atravesar este muro invisible que ha levantado el dichoso covid. Es un elixir para esa incertidumbre, lo cual, en este momento, no es poco.
Para las personas residentes también ha resultado ser una gran novedad. Si las personas están bien a nivel cognitivo procuramos respetar su privacidad, abandonando la habitación hasta que finaliza la comunicación o nos llaman por cualquier otro motivo.
Observamos toda clase de reacciones, algunas personas se acercan a la tablet para dar un beso, otras tocan la pantalla… Hay quienes no son capaces de reconocer a su familiar, pero no importa, la sensación sigue siendo positiva. Con algo de apoyo por nuestra parte, incluso aquellas personas con gran deterioro se comunican (comunicación verbal y no verbal) en la medida de sus posibilidades.
Nos viene a la cabeza el caso de Jose Mari. Lleva cuatro años viviendo con nosotras, y hace unas semanas hacía la primera videollamada de su vida. A su primo. A Jose Mari le costaba ocultar su asombro al ver a su familiar en la pantalla. Para él era algo difícil de creer, y mucho menos de entender. Tras varias sesiones ahora las sorprendidas somos nosotras al comprobar la rapidez y naturalidad con la que ha incorporado a su rutina esta nueva forma de mantener el contacto con el exterior.
Y qué decir de Joaquina, lo feliz que es al ver su caserio y sus animales en la pantalla; Josefa, cuya nieta Naiara la anima tocando algunas piezas al piano o Gabriela, de 98 años, que nos transmitía su preocupación por una amiga suya de otra residencia. Fue verla y quedarse mucho más tranquila.
Por otro lado, entre las ventajas que vamos descubriendo con el paso de los días está la posibilidad de recibir de las familias fotografías y vídeos para sus seres queridos. Gracias a las tabletas podemos enseñarles esos contenidos y en cierto modo, siguen en contacto directo con sus familiares y estimulan diferentes áreas cognitivas.
Habitualmente hacemos una videollamada por semana por cada residente, pero abierto a ampliar si así nos lo solicitan o coincide con algún acontecimiento importante (cumpleaños, etc.). Además, para el disfrute de todos, alternamos el familiar que recibe la videollamada o hacemos videollamadas grupales, con más de un familiar o amigos. Así, las personas que viven con nosotras pueden ver y hablar con todos sus seres queridos.
Para los que trabajamos estos días ha resultado ser un chute de energía. Es sentir que puedes hacer algo bueno, algo que nos acerca y nos ayuda a tranquilizar a todas esas familias preocupadas por nuestra situación. Sí, “nuestra”, la de sus familiares y la de quienes les acompañamos. En cada ocasión que les es posible se interesan por nosotras, agradecen nuestra labor y nos reconocen como buenas profesionales.
Creemos que en estos tiempos tan extraños no debemos dejar de lado la perspectiva de la familia, entender por lo que están pasando y lo duro que es no poder estar cerca de los tuyos.
Fruto de nuestra experiencia y esperando que pueda ser de ayuda para otros que estáis viviendo situaciones parecidas, hemos recogido una serie de pautas que puede que os orienten en esta nueva senda que, por la buena acogida que está teniendo, parece que ha llegado para quedarse.
Recomendaciones para un buen uso de las videoconferencias durante el CoVid-19
- Informa previamente a las personas sus familias y amistades, de la opción de las videollamadas para conocer su opinión y disponibilidad.
- Pregunta a las personas con quienes les gustaría hablar y cuando es un buen momento para hacerla.
- Organiza y registra las llamadas. Contempla que sea algo dinámico y se ajuste a los deseos y preferencias de la persona. Si alguien está más triste de lo habitual, ofrecer la posibilidad de hacer una videoconferencia puede mejorar su ánimo.
- Ofrece los apoyos necesarios. Explica cómo iniciar la llamada, apoya en el momento de iniciar/finalizar la llamada y asegúrate de que la cámara le enfoque adecuadamente.
- Cuida el entorno. Escoge un lugar accesible, agradable, ordenado y tranquilo. Sin ruidos que interfieran la comunicación. Presta atención a aspectos como la iluminación por el reflejo en la pantalla.
- Vela por la imagen personal de la persona. Siempre hay que cuidar este aspecto, pero seguro que la persona disfrutará más de la videollamada si se siente agusto con su aspecto.
- Valora la posibilidad de hacer videollamadas individuales o en grupo. En el caso de las primeras la interacción es más sencilla (turnos de palabra, más fácil mantener la atención...). En las grupales hay mayor estímulo y algo más de confusión.
- Preserva, en lo posible, la privacidad. Para ello, valora la necesidad o el beneficio que puede aportar tu presencia y si la persona requiere de apoyos durante la videoconferencia.
- Limpia adecuadamente el dispositivo después de cada uso. Puedes usar una gasa o un paño con alcohol.
- Al terminar, anima a que la persona te cuente su experiencia. De este feedback pueden surgir ideas interesantes y originales a explorar.
Comentarios
Las videollamadas es conseguir que las personas mayores aisladas por el covid tengan la opcion de seguir viendo a sus familiares y seguir relacionandose con el mundo es um metodo para seguir dando cariño y esperanza a los mayores, me gusta, les anima a cuidarse y tener geanas para seguir hay.
Yo encontré un tutorial para hacer videollamdas con Zoom, es fantástito porque es fácil de usar. Lo vi en https;//zoomespanol.com
las tecnologias son una cosa muy importante en esta epoca y nos ayuda a mantenernos en contacto aunque no podamos vernos y si para todo el mundo es importante ese contacto para las personas mayores es esencial,el saber que aunque sus familiares no puedan ir a verlos en personas su amor por ellos sigue siendo el mismo y una buena forma de demostrarselo es estar en contacto con ellos a traves de llamadas o video llamadas donde ellos puedan interactuar con sus seres queridos
Pues sí me parece bien siempre haciendo buen uso de la videollamada,
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