Transformaciones significativas: cuando trabajo social y ámbito comunitario van de la mano

Soy Esti Carrasco, Trabajadora Social en prácticas en Matia. En una fecha tan especial como la de hoy, “Día Mundial del Trabajo Social”, me gustaría compartir una serie de reflexiones de alguien, como es mi caso, que empieza a dar sus primeros pasos en esta interesante disciplina. 

Quisiera comenzar hablando de esos estereotipos e ideas preconcebidas que no hace mucho rondaban por mi cabeza, y fruto de las cuales enmarcaba la labor y las funciones de un profesional del Trabajo Social exclusivamente en la intervención directa con las personas.

Tras mi llegada a esta casa, tuve la suerte de aterrizar en la parte comunitaria, y ese castillo de naipes que me acompañaba se vino abajo.

Para mi sorpresa, descubrí lo poco que conocía de un ámbito fundamental para las personas que precisan de apoyos en su día a día, y lo mucho que podemos contribuir desde nuestro rol de Trabajador/a Social.

Sería estupendo llegar con esta lectura a todas aquellas personas, profesionales o no, que imaginan el Trabajo Social de la misma forma en la que yo lo concebía anteriormente, desde el puro asistencialismo. A lo largo de estos últimos meses he podido conocerlo de una forma más amplia y enriquecedora, lo que ha cambiado por completo mi mirada y mi manera de aproximarme al tema.  

Bajo mi punto de vista, en la actualidad cuando reflexionamos sobre el concepto de comunidad surgen grandes dudas.  Esto se debe a que no hay una definición con la que se pueda comprender de forma holística su significado. Este concepto polisémico debe ser objeto de estudio y de reflexión con el objetivo de poder crear una idea común sobre cuál es su verdadero significado ya que, en la práctica del trabajo social, la perspectiva comunitaria es determinante.  Para poder acercarnos al complejo concepto de comunidad, Zuñiga la define como “una realidad dinámica, constituyente y performativa de la acción colectiva que un grupo lleva adelante para lograr un fin determinado que juzga valioso, y a partir del cual teje una urdimbre de relaciones especiales. La comunidad sería aquellos que están interesados en defender el espacio o el recurso común” (Zúñiga, M., 2020).

El trabajo social es comunitario o no es

Es imposible dar respuestas individuales a problemas sociales, de ahí que la perspectiva comunitaria nos brinde la mejor senda para ofrecer al mundo transformaciones significativas.

No cabe duda de que vivimos en un sistema cada vez más individualista, lo que plantea un enorme desafío a la hora de brindar soluciones a conflictos y necesidades de carácter social, y que por su propia naturaleza reclaman una intervención desde y para la comunidad.

Las y los profesionales del Trabajo Social deberíamos ser conscientes de estas limitaciones que acompañan a las intervenciones de corte individual, y crear así, interés por aquellos métodos y prácticas de carácter comunitario, en las que como profesionales dejamos de ser meros/as gestores/as de recursos y contribuimos a dotar a la comunidad de herramientas para gestionar su día a día.

De la fragmentación a la continuidad

Acercándonos a la realidad podemos apreciar la naturaleza fragmentada de los servicios. Sin relaciones entre sí y aparentemente ajenos los unos de los otros, esta falta de conexión imposibilita el cubrir adecuadamente las necesidades de las personas.

Proyectos como Etxean Bizi permiten explorar nuevos roles de los/as trabajador/as sociales, en esa senda de transformación del cuidado que hace suya la demanda social de permanecer en el hogar incluso ante la aparición de una situación de dependencia. Un cambio de perspectiva en la que los cuidados no se basen únicamente en el seguimiento en el hogar de la persona usuaria, si no que van más allá.

Hablamos de ampliar horizontes de quienes acompañamos, preservando o incorporando recursos y servicios que satisfagan sus deseos y necesidades. Quizás acompañar a Petra a la biblioteca a disfrutar de un rato de lectura, o pedir cita en la peluquería y la manicura para Irati, o bien que Andoni disfrute de ese café en su cafetería favorita...

Se trata de favorecer la integración y participación de la persona en la vida comunitaria promoviendo una cultura diferente de entender los cuidados, en la cual el sistema es quién se adapta a la persona y no la persona al sistema, tal y como sucede bajo un enfoque de atención centrada en las personas.

Por ello, desde el Trabajo Social, pero también desde otras profesiones del ámbito social, debemos promover y suscitar a la reflexión sobre la inclusión de la perspectiva comunitaria; reconociendo su potencial y favoreciendo así su desarrollo.

Concluyo con el lema de este día mundial del Trabajo Social para este año: “Construyendo juntos y juntas un nuevo mundo eco-social: sin dejar a nadie atrás”. Una oportunidad para redescubrir nuestra profesión. Nada puede incidir mejor en ello que la propia comunidad, ya que además de ser imprescindible para el abordaje sistémico, es la que impulsa a no dejar a nadie atrás, a no dejar a nadie excluido, a promover la integración de las personas y a que la comunidad en su conjunto sea el motor del cambio social y transformaciones significativas que tanto necesitamos. Como señalan Eito y Gomez (2013), “la comunidad es un concepto válido para el Trabajo Social ya que es un motor de cambio, de participación, de contar con las personas, de poder mejorar, de fortalecer o construir relaciones sociales, de cambio social...”.

En definitiva, la intervención desde el Trabajo Social comunitario nos lleva a incluir y tener en cuenta toda la red de recursos, servicios, personas… que hay en la comunidad, indistintamente de su procedencia y su raíz. ¡Exprimámosla y aprovechémosla!