Carta a sus Majestades. Por una sociedad cuidadora en la era post-covid
Queridas Majestades:
Os escribimos con mucha ilusión tras un año que no va a ser fácil de olvidar; aunque tenemos muchas ganas de hacerlo.
En el pasado 2020 hemos sido testigos de cómo, en pocos días, una pandemia ponía patas arriba nuestras vidas, mostrando la vulnerabilidad de nuestra especie. Un virus surgido en China que deja una profunda cicatriz en el alma y mucho dolor por la pérdida de tantas vidas, en su mayoría personas mayores que, en demasiadas ocasiones, se han marchado de la peor forma posible: sin compañía ni consuelo.
Todo ello nos ha mostrado nuestra interdependencia y la necesidad de dar pasos en la construcción de una sociedad cuidadora. Concluido el año toca hacer balance, y nosotras queremos hacerlo desde el punto de vista que nos ocupa y preocupa: el de las personas mayores que han vivido con temor e incertidumbre, pero también con aguante y paciencia estos meses.
Queridas Majestades, habitamos en sociedades en las que podemos disfrutar de vidas largas. Vivimos cada vez más y mejor. Deberíamos sentirnos orgullosos y afortunados por ello. Sin embargo, esta crisis ha puesto de manifiesto, de nuevo, que queda un largo trecho para que las personas mayores disfruten de los mismos derechos que el resto de ciudadanía.
Majestades, dada vuestra posición e influencia, os queremos transmitir unas cuantas peticiones, con la confianza de contar con vuestra consideración y apoyo, para que el año que viene nuestro mundo sea algo más amigable y justo con la edad.
Envejecer es algo que se hace a lo largo de la vida.
No cuando empieza a clareársenos el pelo, o al concluir nuestra etapa laboral, o cuando podemos disfrutar de rebajas en algunos servicios debido a nuestra edad… Por eso, sus Majestades han de ponerse manos a la obra para que el envejecimiento esté presente en las agendas de los servidores públicos, en todas; no sólo en los que se ocupan de los servicios sociales o de salud. Para envejecer bien se necesitan acciones en educación, urbanismo, vivienda, trabajo decente, cultura…
Como vuestras Majestades ya saben, las personas mayores no son iguales.
Nuestra dilatada experiencia vital nos convierte en seres muy diversos. Sin embargo, a las personas mayores se les suele retratar “como un colectivo” homogéneo, “un grupo de edad” que sólo genera problemas, gastos, y al que no se otorga ningún valor social. Este año pandémico el “edadismo” ha aflorado con especial crudeza, ejerciendo un papel en muchas de las decisiones y mensajes adoptados a lo largo de estos meses. Eso no puede volver a pasar. Es injusto, ineficaz e ineficiente.
Cuidar es la actividad que nos une y nos permite sobrevivir como especie.
Nadie estaría con vida, incluyendo a sus Majestades, si alguien no le cuidase. Necesitamos medidas legales, económicas y campañas que visibilicen y valoren la importancia del intercambio de cuidados a lo largo de la vida.
Una última petición que nos gustaría que trasladaseis a quienes competa.
Escuchar y tener en cuenta las opiniones y las preferencias de las personas
en cuanto a dónde, cómo y con quién quieren vivir y ser cuidados, en especial cuando aparecen las dificultades para valerse por sí mismas.
Majestades, no queremos abusar. Nos daríamos por contentos si alguno de estos encargos se hicieran realidad en el 2021.
Contad con la ilusión y compromiso de gran parte de la ciudadanía. Al fin y al cabo, invertir en envejecimiento es invertir en una buena vida para todas las personas.
Quedamos pues a la expectativa y os deseamos salud y felicidad para el 2021.
Texto escrito por la autora en base a reflexiones y testimonios recibidos a lo largo del pasado año.
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